Mundo salvaje.-Capítulo 22




Capítulo 22.-

Mundo salvaje.-

En ocasiones me despierto con pesadillas relacionadas con las barbaridades que me ha contado Pedro, son tan reales que incluso dándome cuenta que ya estoy despierto, mi agobio me deja atenazado hasta que poco a poco voy entrando en mi propia realidad y va desapareciendo.

Estaba soñando que me encontraba en un restaurante de lujo comiendo con Pedro, por nuestro atuendo tan elegante con smokin, parecía que estábamos preparados para ir a algún evento importante después de cenar, nos levantamos y al ir a pagar, veo que tanto mi ropa como la de mi amigo están rasgadas y sucias, en mi cartera no había dinero, cambió de repente el entorno en el que nos encontramos y estábamos en un sucio solar rodeados de drogadictos y jeringuillas tiradas por el suelo.
Pedro cogía una jeringuilla del suelo y le pedía a uno que se estaba chutando le diera un poco.
Sus brazos estaban en tan malas condiciones, que no se encontraba las venas, varios abscesos supurando los tenia repartidos desde las muñecas hasta cerca del hombro, la visión era a la vez dolorosa y repugnante. No dejaba de temblar y le pidió al de al lado que le pinchara en la yugular. En cuanto se metió la droga dejó de temblar, Su nariz dejó de moquear y se tumbo en el suelo al lado de la basura y las jeringuillas y se quedó dormido...Yo contemplaba la escena con lagrimas en los ojos y al despertarme los tenia mojados...me costó mucho dormirme de nuevo...

Por la mañana tenia que ir a la obra de San José de la rinconada, mi coche estaba en el taller y tomé el tren, me saludaron dos muchachos en el vagón que no creía conocer, vi que uno sacaba un trozo de papel de plata de la cartera y se iba con su amigo hacia el servicio. Los dos salieron con los dedos manchados de la carbonilla del papel de plata, estaba claro que habían estado fumando heroína.
En esa época estaba haciendo la excavación, cimentación y estructura de un edificio con sótano de garaje, por primera vez utilicé casetones de porexpan para el forjado...

Estando en la obra aparecieron los dos individuos que vi en el tren, se incorporaban por primera vez al trabajo como ferrallistas, son los que montan las barras de hierro para los pilares y los forjados.
Los llamé y les pedí que me enseñaran la cartera, uno aún tenia un trozo de papel de plata con droga y los dos las manos manchadas, le dije que se fueran de la obra y que no volvieran mas. No me sirvió nada de lo que me dijo para que cambiara de opinión, en mi obra no quería drogadictos, por un motivo importante, pierden los reflejos y se producen muchos accidentes, ademas de tener que estar vigilandolos para que no se llevaran nada.  Ya en el edificio que estuve haciendo para dragados en el circular de Mairena, tuve que poner cada día al salir los trabajadores controles para ver sus macutos...

Por la mañana en la obra, no dejé de pensar en esos dos individuos que seguramente tendrían familia y la estaba condenando a la miseria por culpa de su adicción. me derrumbaba pensar en este mundo tan salvaje en el que vivimos. Eso de salvaje me hizo recordar mi educación tan diferente de la que ahora observo en los jóvenes. Aún sin sillas para sentarnos en el salón de la tv por ser el mas grande, todos lo hacíamos en el suelo, que por cierto en invierno nos dejaba el culo helado, el director deportivo nos daba la clase de educación cívica. 

Aprendíamos a hablar en publico, lo que era la educación hacia las personas, el respeto y sobre todo a los mayores. Por eso yo no podía entender que en la actualidad hubiera una embarazada de pie mientras un joven a su lado no se levantaba de su asiento, tampoco lo hacen con un anciano o personas impedidas, es algo que me revuelve por dentro.

En este blog tengo reflexiones echas al respecto de ese asunto y algo muy importante que aprendí desde joven, esta frase, ¡no desees para los demás, lo que no quieres para ti mismo¡ si quieres respeto, respeta, si quieres amabilidad, se amable, uno no puede hacer un mundo mejor si no empieza por hacerlo con sus propios actos...incluso ya a mi edad, sigo abriéndole la puerta a una señora o a un anciano para cederle el paso, sigo dando las gracias cuando me sirven en un bar o compro algo.

Creo necesario hacerlo por mi mismo, para sentirme en un mundo mas civilizado y humano, a pesar de la violencia con la que me encuentro en los medios de comunicación, la mala educación que hay en la calle...quizás prefiero vivir en mi burbuja, para no sentir que vivo en este mundo salvaje...

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