Beatriz, la dama de rojo.
La señorita Beatriz tenía un año menos que Lucrecia y al cumplir sus dieciocho años se fue a vivir a su mansión, era algo que le había prometido a todas sus amigas, cuando salieran del internado ella las acogería.
El tiempo que había estado con el senador, Lucrecia se dedico a conocer a todos sus amigos y a tomar notas de su agenda, direcciones, teléfonos, estado civil…todo los datos que pudo recopilar de esos millonarios y poderosos señores.
Comenzó a dar fiestas privadas para que Beatriz conociera a esos señores, después de probar con algunos bajo el auspicio siempre de Lucrecia que la asesoraba, la preparó para una cena intima con un joyero judío multimillonario de cuarenta y dos años y por suerte para ella, viudo…Tuvieron tres cenas más antes de que ella aceptara perder la vergüenza, que por supuesto la perdió con el jardinero del internado como Lucrecia
El viudo no pudo resistirse a ese bombón de dieciocho años y perdió la cabeza por ella, en principio solo por decir si quiero ante el altar y despumes en el crucero de viaje de novios en el yate de Jacob su marido, por perderla definitivamente al caer accidentalmente por la borda. Le costó cinco millones la ayuda del capitán del yate…aunque no llegó a pagarle porque un mafioso que le hacía trabajos al senador, por cien mil euros acabó con el capitán en la habitación de un hotel.
Avisaron por radio a los guardacostas para ver si podían rescatarlo, no lo encontraron hasta los tres días y ella pidió un permiso para embalsamarlo y dejarlo en la mansión. De esa forma se sentiría menos triste por su pérdida teniéndolo en casa…¿O tendría otros oscuros motivos?.
Jacob tenía en Sudáfrica concesiones de minas de diamantes y negocios de joyerías en Europa y Estados Unidos. Beatriz tenía joyas en los cinco continentes de su cuerpo.
Beatriz quiso guardar luto protocolario por el que dirán y por hacerse la estrecha que es la forma en que más se encabrona y decide a los tíos conseguir a una mujer. Se aficionó y especializó en los joyeros, tardó un año en casarse de nuevo con un mercader suizo relacionado con el tráfico de diamantes, Marcial, tenia cincuenta y dos años una mujer, una amante y tres hijos y aún así, Beatriz le hizo perder la cabeza y la perdió…
Misteriosamente, porque aún no la encontraron, ni su cuerpo tampoco, estaba con una losa de hormigón en los pies descansando en el fondo del río Guadalquivir…y la cabeza en el particular museo que se estaba preparando en la mansión de la señorita Lucrecia.
El senador como cada día, años después esperaba en su ventana con los prismáticos dirigido a la comitiva de las cuatros señoras que subían la escalinata de la mansión y tres cámaras de vigilancia grabando cada uno de sus movimientos…Aunque en principio aceptó el chantaje de Lucrecia, su amor propio nunca aceptó que una plebeya muerta de hambre lo hubiera chantajeado de esa forma…
Ángel Reyes Burgos
Beatriz, la dama de rojo.
La señorita Beatriz tenía un año menos que Lucrecia y al cumplir sus dieciocho años se fue a vivir a su mansión, era algo que le había prometido a todas sus amigas, cuando salieran del internado ella las acogería.
El tiempo que había estado con el senador, Lucrecia se dedico a conocer a todos sus amigos y a tomar notas de su agenda, direcciones, teléfonos, estado civil…todo los datos que pudo recopilar de esos millonarios y poderosos señores.
Comenzó a dar fiestas privadas para que Beatriz conociera a esos señores, después de probar con algunos bajo el auspicio siempre de Lucrecia que la asesoraba, la preparó para una cena intima con un joyero judío multimillonario de cuarenta y dos años y por suerte para ella, viudo…Tuvieron tres cenas más antes de que ella aceptara perder la vergüenza, que por supuesto la perdió con el jardinero del internado como Lucrecia
El viudo no pudo resistirse a ese bombón de dieciocho años y perdió la cabeza por ella, en principio solo por decir si quiero ante el altar y despumes en el crucero de viaje de novios en el yate de Jacob su marido, por perderla definitivamente al caer accidentalmente por la borda. Le costó cinco millones la ayuda del capitán del yate…aunque no llegó a pagarle porque un mafioso que le hacía trabajos al senador, por cien mil euros acabó con el capitán en la habitación de un hotel.
Avisaron por radio a los guardacostas para ver si podían rescatarlo, no lo encontraron hasta los tres días y ella pidió un permiso para embalsamarlo y dejarlo en la mansión. De esa forma se sentiría menos triste por su pérdida teniéndolo en casa…¿O tendría otros oscuros motivos?.
Jacob tenía en Sudáfrica concesiones de minas de diamantes y negocios de joyerías en Europa y Estados Unidos. Beatriz tenía joyas en los cinco continentes de su cuerpo.
Beatriz quiso guardar luto protocolario por el que dirán y por hacerse la estrecha que es la forma en que más se encabrona y decide a los tíos conseguir a una mujer. Se aficionó y especializó en los joyeros, tardó un año en casarse de nuevo con un mercader suizo relacionado con el tráfico de diamantes, Marcial, tenia cincuenta y dos años una mujer, una amante y tres hijos y aún así, Beatriz le hizo perder la cabeza y la perdió…
Misteriosamente, porque aún no la encontraron, ni su cuerpo tampoco, estaba con una losa de hormigón en los pies descansando en el fondo del río Guadalquivir…y la cabeza en el particular museo que se estaba preparando en la mansión de la señorita Lucrecia.
El senador como cada día, años después esperaba en su ventana con los prismáticos dirigido a la comitiva de las cuatros señoras que subían la escalinata de la mansión y tres cámaras de vigilancia grabando cada uno de sus movimientos…Aunque en principio aceptó el chantaje de Lucrecia, su amor propio nunca aceptó que una plebeya muerta de hambre lo hubiera chantajeado de esa forma…
Ángel Reyes Burgos
Ángel Reyes Burgos