Capitulo 1.-Hombre o animal
Desde que puedo recordar, vivo en una pequeña cueva solitaria sin contacto con otros humanos en el pirineo Aragonés, mi única compañía son dos mastines de apariencia tan grotesca y desagradable como la mía, que en algún momento hicieron acto de presencia cuando me encontraba enfermo y hambriento…la hembra llevaba una mano humana en la boca que dejó en el suelo junto a mi…
Mi dentadura está muy desarrollada, hasta el punto que mis colmillos se clavan en mi labio inferior que me cuelga por un desgarro que sufrí en un enfrentamiento con lobos y mi cráneo, en parte pelado alrededor de una enorme hendidura producto de una dentella, confiere a mi cabeza una imagen repugnante.
Mi potente dentadura, me permite comer la carne cruda y esa mano iba a ser todo un festín para mi .vacío estómago... la devoré con los huesos que crujían a cada bocado...Era la primera vez que comía carne humana, pero no sería la última…
Aún me sentía débil para levantarme, cuando la hembra me trajo lo que era la parte del muslo de algún niño y como la mano también era pequeña, pensé seria del mismo individuo y que probablemente tuvieran el resto guardado en alguna cueva de los alrededores…con esa última comida me sentí de nuevo fuerte y con ganas de utilizar a mis nuevos y sanguinarios amigos para alimentarme.
Al día siguiente, até con unas cuerdas de cáñamo a las dos bestias que me enseñaban sus enormes mandíbulas mientras lo hacía y las cerraban con un golpe seco intentando atrapar mi muñeca, un golpe firme en el hocico con una raíz terminada en una maza, terminó con sus intentos mientras un aullido de dolor quebraban sus gargantas…ahora sabían quién mandaba…salimos a inspeccionar las cuevas en dirección a la aldea y los perros se adentraron en una donde me enseñaron sus tesoros…varios cráneos juntos a diferentes huesos que por su tamaño eran de niños, alfombraban el suelo en un ambiente tétrico, un olor nauseabundo acompañaban a unos restos aún con carne que parecía ser la fuente de mi última comida…
La cueva estaba como a diez kilómetros de la aldea más cercana, en un sitio poco accesible, por lo que no tenía encuentros con seres humanos, la única vez que vi a uno me miró como si viera al mismo diablo…intentó correr asustado y mis ágiles piernas lo alcanzaron al momento y cayó fulminado cuando mi maza le abrió el cráneo en dos, lo metí en unos matorrales para que lo devoraran las alimañas…ese territorio era solo mío, eso sucedió antes de llegar los perros y ahora pensaba…que desperdicio de carne…
Cuando vimos la mal nutrida despensa con solo algún despojos, los perros y yo sabíamos que teníamos que ir de caza, nos encaminamos a la aldea…allí estaba jugando en el río una niña de unos diez años, sola y demasiado lejos de su choza para que escucharan sus gritos, de tres zancadas llegué junto a ella y le tapé la boca, mientras los perros destrozaba sus tobillos para que no pudiera correr si se soltaba… los cuatro nos zambullimos en el interior del monte para desaparecer...