Historia 10.-Lobo con piel de cordero.
Ernesto era el típico hombre que parecía no haber roto un plato en su vida, su permanente sonrisa y sus modales caramelizados, se repartían por igual en los grupos donde solía ser el centro de atención de las damas, sobre todo en las damas que no conocían bien las artimañas de este D. Juan de pacotilla, experto en el arte de seducir sin levantar sospechas de que esa era su intención, con el único propósito de acumular puntos sobre su insuficiente verga...en este individuo si se podía aplicar eso de que el tamaño no importa...
Una de sus cualidades es la de hacer sentir a las mujeres que era realmente un buen amigo del sexo femenino y a su lado lo sentían como una mujer más con la que se podía hablar de todo y confesarle sus mayores secretos, solían entregarse por completo y a más de una hizo daño y defraudó al pregonar a los cuatro vientos lo que en confianza contaban a Ernesto. Pero eso a el no le importaba siempre que hubiera conseguido lo que quería, pintarse una raya virtualmente en el medidor de su hombría entre sus piernas...
Rara vez repetía con la misma mujer en la cama, porque su vida sexual era como una competición de unidades, antes de empezar la faena recordaba el numero...con esta son cuarenta y nueve...
y así se sentía el tío más macho de la tierra. Pero con ese número cuarenta y nueve las cosas se le iban a complicar, ese día el no lo sabía, pero cuando iban pasando los días y el no se la podía quitar de su cabeza, supo que algo estaba pasando, ¿Se habría enamorado?.Negó con la cabeza, de eso nada y a continuación marco el número de Eva.
Oye, soy Ernesto, estaba pensando en ti y me gustaría que nos viéramos.
Hace una semana que estuve en tus brazos Ernesto y ¿hasta ahora no pensaste en mi?.
No es así Eva, desde el día que estuve contigo no dejo de pensar en ti.
¿Con todas esas mujeres que me contaste que habías estado, ¿solo te intereso yo?...
Tú tienes algo especial que no sé cómo decirte, solo quiero que seas la única en mi vida.
Nos veremos hoy Ernesto y nos daremos tiempo para conocernos mejor...
Los días transcurrieron como en una novela romántica con el ingrediente añadido de una intensa pasión entre los dos a las que le daban rienda suelta cada vez que podían por que los dos vivían con sus progenitores. Pero Ernesto no era hombre de una sola mujer y en una ocasión que lo llamó por teléfono una antigua amiga, no dudó un solo instante en quedar con ella en la pensión en la que se vieron la ultima vez y quedarse a dormir con ella con su celular apagado para no dar explicaciones.
Al día siguiente, Ernesto llamó a Eva y ella no contestó el teléfono, ni al día siguiente, ni al otro, el se estaba desesperando y ya se sabe que a los tíos no hay mejor forma de hacernos corderitos que darnos largas una y otra vez para volar detrás de una falda, es como si nos convirtiéramos en lobos cuando tenemos toda la atención de nuestra dama, quizás porque no sabemos valorar cuando la tenemos a nuestra entera disposición cuando nos aman...
Pasaron unos días y Eva llamó a Ernesto...Oye cielo, hay un montón de llamadas tuyas en mi móvil, estuve fuera y hasta hoy que he llegado a casa no las vi por qué no me lo llevé...
Me tuviste desesperado Eva, no puedo vivir sin ti, ¿Cuando nos vemos?
Pronto, pero por el momento estoy terminando mi tesis y no podrá ser, ya te llamo yo. ¿Podrás tener la bragueta quieta mientras tanto?...
Por qué dices eso, yo no podría tocar a una mujer desde que estoy contigo.
De acuerdo ya te llamaré. Colgando Eva, Ernesto llama a una amiga con la que pasa la noche.
Eva se había enamorado de verdad de Ernesto y no podía creer lo que le contó por teléfono una antigua amiga del instituto, Rosa, cuando estando en la pensión con Ernesto, la llamó desde el cuarto de baño diciéndole que había hecho el amor con el...
Eva llamó a Ernesto al cabo de dos meses cuando ya lo tenía desesperado y le propuso verle en la pensión, se puso como loco de contento, ella le dijo que iría a reservar la misma habitación y que lo esperaba allí a las nueve de la noche.
Ernesto se presentó con un ramo de rosas, la puerta tenía el cartel de no moleste con la llave puesta y la giró para entrar...Eva estaba desnuda mirando hacia la puerta y sentada sobre un corpulento hombre que parecía haber salido de un rin de lucha libre...las flores se le cayeron al suelo y no pudo pronunciar ni una palabra antes de que ella dijera...pero que haces aquí,
¿No habíamos quedado para mañana?...
Ángel Reyes Burgos
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