La confesión de Lucrecia.- Capitulo 11
La muerte del narcotraficante y la de Vanesa, estaban estrechamente ligadas al morir los dos por los efectos de la misma sustancia como demostró la autopsia, el fiscal ya tenía los suficientes indicios para pedir al juez un registro de las mansiones de las damas y de otras propiedades. Intervinieron ordenadores, móviles y documentación para su estudio pericial. No encontraron sustancias estupefacientes ni armas en ninguna casa de las damas, excepto escopetas de repetición de cañones superpuestos que las damas utilizaban en la finca para el tiro al plato.
En una primera inspección de todo ese material no encontraron nada sospechoso y la alegría con que se empezó este nuevo movimiento, se fue transformando primero en violentos comentarios sobre esas señoras, después en algo de decepción entre los investigadores hasta sentir cierto grado de impotencia.
En una reunión, el mismo agente que dijo anteriormente que quizás las señoras no tuvieran nada que esconder, volvió a repetir lo mismo… ¿y si estamos persiguiendo a unas personas que realmente no hicieron nada ilegal aunque las circunstancia así pueda hacerlo parecer?
El inspector jefe, volvió a dar un fuerte puñetazo en la mesa, propio de su actitud cuando está contrariado…Jodeeerrr, no quiero escuchar mas esa gilipollez, el hecho de que nosotros seamos unos incompetentes que no adelantamos nada en el caso, no quiere decir que esas damas estén limpias, ¿acaso olvidan que esas muertas de hambre de la nada se hicieron con verdaderas fortunas a costa de las muertes de sus maridos no aclaradas? Tenemos que ponernos las pilas y aclarar este caso…
Lucrecia sonreía cuando llamó a su casa la policía que le llevaba la documentación, ordenadores y efectos confiscados para la investigación por no haber en ellos nada de interés que pudieran utilizar contra la dama. En las casas de las otras señoras la misma escena se repetía con unos policías que se alejaban moviendo la cabeza…
Esa tarde a la hora del té, solo tres mujeres subían la escalinata de la mansión de Lucrecia, parecía que nada hubiese cambiado a la hora de tomar el té, ni siquiera hablaron de la muerte de Vanesa, se diría que jamás había existido para ellas.
Eso cambió cuando las cuatro damas bajaron al sótano donde antes había una bodega de vinos y Lucrecia la transformo en una pequeña fortaleza, por dentro se había forrado con planchas de hormigón cubiertas por unas placas de plomo.
Los equipos electrónicos instalados, impedían cualquier escucha en el exterior, esa medida la tomó Lucrecia por la cercanía de la mansión de su vecino el senador.
Había una mesa larga en el centro de la estancia con una baraja de cartas y un juego de parchís, al lado un carro de bebidas y un mini bar. En el frente una gran televisión de plasma y debajo un equipo completo de reproducción de Dvd y videos antiguos de cinta.
En el lateral derecho, seis sillones ocupados por una especie de maniquís con traje de etiqueta, los rostros recubierto de cera, pero debajo estaban las cabezas autenticas de sus propietarios…
En esa estancia explicó Lucrecia a sus amigas que la muerte de Vanesa fue decisión suya, su gran adición a la cocaína nos estaba poniendo a todas en peligro, por eso mandé eliminar a Ramón el narcotraficante al que llamó Vanesa desde una cabina cercana a su casa para que le llevará drogas y yo no podía permitir que lo relacionaran con nosotras.
Una noche me acerqué a vuestra finca y llame al portero automático de Vanesa para que saliera diciéndole que no tenía tiempo para quedarme y cuando salió a la verja, le tendí una bolsita a la vez que la daba un beso y le decía que se cuidara…
Las tres amigas se levantaron de un salto gritándole de forma amenazadora…
Ángel Reyes Burgos
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