El sorprendente giro de Berta.- Capitulo 13

El sorprendente giro de Berta.- Capitulo 13



Desde que salieron del internado, las damas a pesar de su educación religiosa, jamás pisaron una iglesia, o quizás fuera por esa misma causa de educarse entre monjas y sus malas experiencias con ellas las que hicieron apartarse de la religión.

Puede que por la vigilancia continua a que era sometida y la propia conciencia que la perseguía recordando los hombres que mató, le hizo dar un giro inesperado a su vida.
Una mañana se presentó en la mansión dos hermanitas de los pobres, monjas dedicadas a la asistencia a los necesitados, antes Rosario y Beatriz, habían declinado recibirlas.
Las hizo pasar al salón, les ofreció un aperitivo y sentándose les preguntó.
¿Qué puedo hacer por ustedes? Doña Berta…
Llámeme Berta por Favor.
Queremos terminar un comedor y reparar los dormitorios de nuestra casa de acogida para niños con retrasos mentales y deficientes físicos. El centro es muy viejo, una donación del Ayuntamiento De Sevilla que se dedicó muchos años a la atención de la tercera edad y se clausuró cuando hicieron el nuevo centro. Nosotros le pedimos la cesión para nuestra causa y nos lo concedieron.
Estamos visitando su casa y las de otras personas con recursos con la esperanza de que nos pueda ayudar.

Está bien hermanas, me gustaría ayudarles, pero tengo que conocer personalmente ese sitio para hacerme una idea de que necesitan, también me gusta saber dónde va a ir a parar mi ayuda y quisiera que mañana mismo me reciban y me enseñen el centro.
Al día siguiente la recibió la madre superiora que volcó sobre Berta todas sus dotes de amabilidad y nobleza cristiana, Berta por dentro pensaba, menuda rata, como si no os conociera…y empezaron la visita por las instalaciones.

A Berta se la hacía un nudo en la garganta al ver el estado tan lamentable que presentaba la construcción, sobre todo al ver a esas criaturas deficientes mentales hacinadas sobre el suelo de un salón de juegos donde no aparecía ni un solo juguete.
El comedor y la cocina estaban en un estado deplorable y parte del techo de un dormitorio, aparecía desplomado sepultando a las dos camas del fondo.  Se paró y dijo,
Ya tengo suficiente, cuenten con mi colaboración, ahora madre deme la dirección de su convento para ir a ver a la persona responsable de las finanzas.
Le dio la dirección a su chofer y se encaminaron al límite del casco urbano de Sevilla.

El convento está situado en unos terrenos de cultivo de la junta de Andalucía.
Al entrar por el camino que lleva a la casa central, observó a unas monjas con botas de goma y el hábito levantado trabajando la tierra, unas con azadón abriendo surcos, otra plantando unas matas y otra con una regadera echando agua.
Más allá había otras recolectando tubérculos y dos recogiendo naranjas, eso le hizo pensar en la diferencia de aquellas que conoció en el internado, vividoras y crueles.

Al entrar en el convento se sintió llena de una paz que no recordaba, su sobriedad le hacia sentir la humanidad que allí se respiraba, el silencio la confortaba y pensó…que buen sitio para limpiar mi conciencia…

Una novicia la condujo a una oficina pobremente amueblada donde la responsable del convento la madre general María de las Virtudes, le estaba esperando. Cincuenta y seis años de verdadera entrega a la causa de los necesitados le conferían a su rostro un aire místico que hacía sentirse en su presencia en paz con el mundo.

Pronto entraron después de unos saludos en el tema principal de la visita que le trajo al convento y Berta le entregó un talón de doscientos cincuenta mil euros, la monja puso ojos como platos a la vez que sus ojos se llenaban de lagrimas.
Después Berta le dijo, hermana, ahora tiene que hacer usted algo por mí. Dime hija que puedo hacer.
He visto que hay aquí novicias, jóvenes que algún día vestirán los hábitos, no quiero engañarla, pues se que yo no sirvo para estar encerrada, pero quisiera estar una temporada aquí de novicia y apartar el fantasma de mi pasado que no me deja dormir, necesito una cura espiritual, le compensaré espléndidamente por el  tiempo que pase en su convento.

Berta, te puedes quedar el tiempo que quieras, pero tengo que advertirte algo, no haremos distinciones contigo por tu posición y tu fortuna. Vestirás como las novicias y te asignaremos todas las tareas que ellas hacen, incluso recoger frutas y regar los huertos y eso será muy duro para ti que nunca trabajaste.

No se preocupe madre, aunque a mis cuarenta y nueve años, espero le tenga alguna consideración…
Berta no se quitaba de la cabeza el coche permanentemente apostado fuera de la verja de su propiedad y una llamada de un confidente sobre una próxima visita de la policía para preguntarle por el coche desaparecido de su marido que encontraron en el fondo de un barranco a las afuera de Tánger en Marruecos…

Ángel Reyes Burgos

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