El cornudo. Historia 12

Historia 12.- El cornudo


Hay hombres que no solo se merecen ser cornudo, sino que además le sientan bien los cuernos y este es el caso de Prudencio, que para nada hacía honor a su nombre, porque de prudente no tenía nada. Director general de una empresa de exportaciones-importaciones de maquinaria pesada para obras públicas, con un despacho que ocupaba gran parte de la última planta de un edificio alto.

Prudencio tiene cincuenta y dos años  y dos preciosas hijas a las que tenia siempre bien atadas, por que como él era tan putañero, pensaba que todos los hombres eran iguales y pretendía así mantenerlas a salvo, mientras el no dejaba títere con cabeza, aunque lo más correcto es decir que no dejaba en paz, esa cabeza que albergaba la entrepierna de su anatomía...

Contrataba secretarias cada mes, porque es lo que más duraban, parecían sacadas de una revista de playboy, no las examinaba, para que, si lo que más le importaba es que estuvieran buenas y poder presumir con sus ejecutivos que no se metían por los buenos resultados económicos de sus gestiones y es que en cuanto a finanzas, era un genio.

Dorita, la mujer de Prudencio, es a sus veinticinco años una dama de la que es imposible no volver la cabeza cuando pasa por la calle, una preciosa y explosiva morena que levantaba murmullos a su paso y algún que otro capullo al pasar delante de alguna obra...aunque conocedora de su gran éxito con los hombres y alguna que otra mujer, tenía su corazón en el matrimonio y sus hijas...

La fortuna familiar la había acumulado Prudencio y ella le exigió si se quería casar, que no habría separación de bienes, el estaba loco por Dorita y no titubeo al aceptar ese acuerdo.

Conforme pasaban los años, Prudencio fue cada vez mas imprudente en sus relaciones externas al matrimonio y Dorita cada vez se sentía más marginada y triste, el ultimo año apenas la había tocado y eso en una mujer con tan solo veinticinco años, era un cruel castigo tanto para su cuerpo como para su ego...veía en la calle la cantidad de hombres que se le insinuaban mientras ella los ignoraba y ese rompe bragas de su marido no dejaba el pajarito en paz...pero eso iba a cambiar...

Dorita consultó con una agencia de detective privado y le aconsejaron que se hiciera de pruebas que demostraran las infidelidades de su marido, ellos se podían hacer cargo de todo.
El detective que se hizo cargo del caso se instaló en un edificio alto de enfrente con un equipo de vigilancia, una cámara de vídeo con trípode y un gran zoom, una de fotos y un micrófono láser que orientado hacia la ventana podía grabar cualquier conversación...

En una de las cintas se observa como al salir de su despacho un hombre, se queda a solas con su secretaria que parecía estar tomando unas notas, el se acerca a ella y le quita la libreta de la mano después de haber ido a la puerta a echarle un cerrojo.
La levanta...ven aquí gatita que te voy a hacer maullar de placer...
Uy no don Prudencio, que estamos en la oficina...
Bueno, pero cuantas veces lo hemos hecho en la oficina gatita...
Pero es que hoy estoy con la regla...
Pero no creo que tengas la regla en la boca, así que no tienes excusa...

Se ve en el vídeo a la secretaria bajándole la cremallera del pantalón y un gusano que crecía por momentos para perderse entre los labios de la pudorosa secretaria...
Aunque eso era suficiente para pedir el divorcio, el detective gravó tres sesiones más con diferentes secretarias, en una de ella Prudencio detrás de una señorita con la falda levantada, parecía darle golpes para que escupiera el hueso de algún melocotón que se hubiera tragado...aunque lo que se estaba tragando por otro sitio era muy diferente.

Dorita después de ver las pruebas, pensaba que lo que tenía que hacer es ponerle los cuernos a ese pedazo de cabrón, lo hizo solo una vez con su entrenador de tenis, pues no quería arriesgarse a perder en el divorcio su más que suculento cincuenta por ciento del patrimonio familiar.

No dejó de reírse mientras el entrenador le daba todos los puntos con lo que parecía ser el mango de una raqueta por lo grande y duro...cuando ganó su cincuenta por ciento en el divorcio, ella seguía riendo cuando le regaló a su ex, unos prismáticos para que pudiera ver en el edificio de enfrente, a una Dorita disfrutando de sus diferentes amantes mientras miraba de frente a su despacho...pensaba, ahora me toca reír a mí...

Ángel Reyes Burgos

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