Historia 15.- La contorsionista.
La mujer es una gran contorsionista y no me refiero a este tipo de contorsiones que ilustra la imagen, son esas que tiene que hacer con la economía familiar cuando están casadas y antepone lo que sus hijos y su marido quieren ante que sus propias necesidades.
Hay mucho humor negro relacionado con sus compras compulsivas, no dudo de que ese problema existe en algunas mujeres, pero la regla general no es esa. La mujer es comedida cuando se trata de gastar del presupuesto familiar para ella misma, aunque puedan gastar con alegría cuando su familia lo necesita. El hombre no se priva de su fútbol que representa al año una gran cantidad de dinero, las salidas con sus amigos cuando así se tercia, un cambio de coche porque modelo está según el obsoleto y una gran cantidad de extras que a las mujeres ni se le ocurre.
Una madre se piensa dos veces si se va a comprar esos zapatos o ese vestido que tanto le gusta, pero solo se lo piensa una vez si le gusta para su hijo o su marido, porque fundamentalmente la mujer tiene un gran corazón y es en la pareja la menos egoísta. Si alguna vez nos quitáramos ese filtro con el que vemos a las mujeres y la miráramos con el alma desnuda, nos daríamos cuenta.
Consuelo era una de estas amas de casa, abnegada y entregada a las necesidades de su marido y sus tres hijos. Su marido Juan trabajaba todo el día y ella buena amante de la repostería, hacia cada día pasteles en su casa para venderlos en la calle, con lo que aportaba unos ingresos extras.
Solo tenía un problema, sus hijos pequeños tenían seis meses, el siguiente un año y medio y el mayor tres años. Cuando terminaba de las faenas de la casa y atender a sus hijos, era la hora de llegar su marido para comer, a veces se la había ido demasiado tiempo con la repostería y la comida no estaba lista, con lo que surgía una discusión sobre las prioridades que tiene una mujer para con su marido. El día que el le dijo que no olvidara quien lleva el dinero a casa, a Consuelo se le cayó el alma a los pies...
Consuelo no quería de nuevo tener una discusión sobre el peso especifico de cada miembro de la pareja en cuanto a horarios de trabajo y carga emocional, cosa que en una ocasión un mes atrás le dijo una noche que se encontraba agotada y se excusó con el para impedir tener relaciones sexuales.
Juan se enfadó por ese excusa de que estaba muy cansada y le recordó que el también trabajaba todo el día...ella le dijo que cuidar de los niños, de las tareas de la casa, la repostería y salir a vender con sus tres hijos a la calle era un maratón que la dejaba agotada.
Juan le dijo... ¿y para que vendes ni haces nada si yo jamás se donde va tu dinero?
Porque no miras en los cajones de la ropa de nuestros hijos, sus juguetes, en el juego de oro del reloj y el encendedor tuyo, en tu zapatero, en los dos últimos trajes...después mira en mi armario, en mis cajones y dime que ves...Juan se abrazó a su mujer y lloró de felicidad en su hombro...
Ángel Reyes Burgos
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