Historia 19. Zarpazo a un cabrón.
Todos sabemos que cuando se le pisa el rabo a un gato se revuelve intentando darte un zarpazo, es un reflejo natural de autodefensa, para evitarlo solo hay que tener cuidado donde pisas...
Pero seguramente Torcuato, no se había enterado de eso, o simplemente le importaba una mierda las consecuencias de pisar una y otra vez a su mujer, no solo no le importaba, disfrutaba cada vez que la pisaba con sus impertinencias y sus vejaciones sobre todo cuando estaban en público.
Si ella en una reunión pretendía participar con su punto de vista, Torcuato metía baza...Rosa, tu cállate que no sabes nada de política, mejor te esperas a que hablemos del planchado de la ropa, aunque lo haces tan mal como todo...Rosa le echaba una mirada felina como si fuera a saltar encima de el, pero callaba.
Rosa se va a la cocina a preparar unos aperitivos y cuando vuelve con ellos, el le grita...pero coño, si acabamos de comer, ¿es posible que seas tan estúpida?...se traga las lagrimas que están a punto de delatar la debilidad que le produce sus insultos, se vuelve a la cocina y hace café para todos.
Entra con una bandeja con la cafetera y la pone sobre la mesa y se sienta tranquila a ver que su marido no dice nada, pero de pronto...Joder Rosa, ¿es que nos vamos a tomar el café directamente de la cafeteara?, no Torcuato, las tazas están detrás tuya, es que no piensas mover tu gordo culo para nada...
Al marido se le enciende la cara y gritándole le dice, eres una perra que no sirve para nada y no te voy a permitir que me insultes de esa forma y menos delante de mis amigos.
Uno de los amigos por fin habla y le dice...Torcuato, no has dejado de meterte con ella y dejarla en evidencia a cada rato y ella a permanecido en todo momento callada sin responder a tus provocaciones y tus insultos...tu te callas Ramón, que no tienes ni idea de lo que es vivir con una descerebrada como esta.
Ella con lagrimas en los ojos le dice...te pones como un león delante de tus amigos para lanzar tus zarpas contra mí y cuando tienes ganas en la cama eres como un gatito implorando mimos, pero estoy harta de tu falta de consideración y respeto, a partir de ahora ejercita tu mano y a mi déjame en paz... Pues si ya no me vas a servir ni para la cama, mejor te vas a casa de tu madre...
Rosa se levanta y tomando unas fotos de su bolso las tira sobre la mesa a la vista de los presentes, está desnuda sobre una cama abrazada a un divo con torso de luchador y un bate de béisbol adornando su entrepierna y le dice, tus insultos me han llevado a refugiarme en los brazos de otro hombre que me transmite seguridad y respeto y sobre todo recobrar la suficiente confianza en mí misma para volver a tener esos orgasmos que perdí contigo...por supuesto que me voy, pero no a casa de mi madre, me voy con él.
No hay peor zarpazo para un hombre, que el de dejar sus cuernos al descubierto delante de sus amigos y esas señales que dejan, no desaparecen de su mente tan rápidamente como los arañazos en el cuerpo.
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