Parto grotesco, Capítulo 9



Capítulo 9.-Parto grotesco

Dos acerados ojos observaban el sumario entierro de Eva, un palmo de tierra la cubría en un pequeño cementerio a las afuera de la aldea, a el, solo le llevó diez minutos desenterrarla, se la llevó amparado en la oscuridad de la noche, hasta una elevación cercana y la empaló sobre una estaca clavada en la tierra, desnudó su cadáver y amarró un travesaño formando una cruz para poner sus brazos…la miró sin sentirse satisfecho, buscó una calabaza y se la puso sobre el cuello sujetándola con unos alambres sobre su carne, dibujó sobre la calabaza unos toscos ojos y una boca deformada, le puso un poco de paja a forma de sombrero y la miró de nuevo, se sintió satisfecho y danzó alrededor
grotescamente...se alejó trotando moviendo los brazos como si quisiera volar, se sentía feliz y reía, hasta que el estampido de un disparo le borro la sonrisa de la cara.

Sintió silbar la bala junto a su oreja y se tiro al suelo, puso a prueba su finísimo oído y permaneció tendido con todos los sentidos alerta, nada se movía, nada se escuchaba.
El disparo provenía de la parte de arriba frente a la aldea, se alejó del lugar reptando hasta llegar a un grueso árbol, se puso de pie detrás del tronco y oteo el horizonte, no necesitaba verlo para saber quién era, con la oscuridad solo podía distinguir la cabeza de un hombre con sombrero, ya había tenido suficiente diversión por hoy y solo quería llegar a su cueva para descansar y ver a sus perros, sobre todo a la futura madre…

El embarazo de su perra había cambiado la forma de tratarla, estaba tumbada cuando llegó y se fue directamente a acariciarla, puso su oído sobre su vientre y la besó, podía pensarse al verlo que tenia sentimientos…pero cualquiera que conociera a este psicópata, podía afirmar sin ninguna duda, que no había sentimientos ni conciencia.

Estaba dormido cuando le alteró los quejidos de la perra, estaba inquieta y el macho muy pendiente de ella, había visto parir a los animales en el monte y sabía que pronto pariría.
Se sentó junto a ella y pronto comenzó a salir liquido y un hocico desmesuradamente grande asomaba ensangrentado, al tener toda la cabeza fuera vio lo desmesurada que era, enseguida tenía todo el cuerpo fuera y se giró en el suelo como queriendo ser espectador del próximo que venía…pero no sería solo un espectador…

Cuando su hermano sacó la cabeza fuera, la mordió con fuerza y se oyó como crujía los débiles huesos de su cráneo, tiro con fuerza y al sacarlo, se veía una gran herida en el costado donde tenía que estar el corazón, pero allí en el hueco no había ningún corazón.
El hombre dándole unas palmaditas le dice sonriendo, este es mi cachorro…
Le dio el perrito muerto a su madre para que se lo comiera, los despachó en dos bocados y siguió con su faena de parir…

Una nueva cabeza asomaba, su forma se parecía a la de los niños humanos, con una boca parecida a un hocico de perro, morro corto y enormes dientes que apenas podían cubrir unos escasos labios, sin orejas, sin pelo, asomaron dos manos a medio formar…
El cuerpo totalmente pelado con una forma parecida a la de los cerdos aunque de torso parecido a un humano, sus piernas eran normales, aunque con cuatro dedos en sus deformados pies…el hombre lo cogió y lo lamió entero, gritaba de alegría, si, si, este es mío y se lo llevó a la perra para que lo viera… es nuestro, es nuestro, la perra hizo el intento de matarlo, pero solo se quedó en el intento, de un garrotazo con su maza, la dejo sin sentido y esperó nuevos cachorros que llegaron muertos y parcialmente devorados…se acostó orgulloso de su camada, sin saber lo que le deparaba el futuro.

Ángel Reyes Burgos

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