¿Sueño o realidad?, Capítulo 11



Capítulo 11.-
¿Sueño o realidad?

He hecho referencia en este libro al detalle de no saber algunas veces si mis recuerdos son provocados por la reiteración de mi madre a contarme las cosas de pequeño, pues dudo mucho que después de sesenta años esos recuerdos sean de mi mente, pero hay un detalle que me hace pensar que son mis propios recuerdos, pues hay cosas que jamás le conté a mi madre para no hacerla sufrir y aún así, las recuerdo como si fuese hoy cuando ha pasado...

No se con que me puse enfermo a los cinco años, una enfermedad infantil que casi todos los niños de la casa cuna pasamos y que me tuvo en cama una buena temporada. Nos aislaban en una habitación con unas ventanas casi a la altura del techo, un simple rectángulo arriba que me pasaba mirando horas enteras quizás con el deseo de salir volando por ella y salir de esa agobiante habitación.
Las mañanas se me pasaban rápidas entre las visitas del médico y las monjas, pero después de comer eran aterradoramente largas y tristes hasta la hora de la cena. Se que tenia mucha fiebre porque estaba ardiendo, sentí como mi sabana flotaba en el aire y yo con ella y al caer de nuevo sobre la cama, vi a mi madre a los pies conmigo embrazo y con un mechero me quemaba la cara...por supuesto eso nunca pasó, era producto de la fiebre tan alta que tenía...jamás se lo conté a ella,
¿Porque nunca se me olvidó?...

De joven he leído algunos libros tan extraños como, El tercer ojo,  La túnica azafrán o Una luz en la oscuridad de Lobsang Rampa, intentaba encontrar una explicación a mis sueños y también ejercitarme en la relajación, uno de los ejercicios consistía en estar tumbado sobre la cama y vaciar la mente por completo a la vez que te concentraba desde los pies hasta la espalda para bloquear los nervios que transmite la sensación del tacto de la piel, al cabo de muchos días intentándolo, empecé a sentir como si flotara de verdad sobre la cama y una sensación de libertad pasmosa...es muy parecido a los sueños que tenemos en los que volamos, pero esto de forma consciente...

Eso me hizo recordar a mi niñez cuando por las fiebres flotaba mi sábana sobre la cama y yo con ella.
Pero no me dió ninguna explicación de porque veía a mi madre frente a mí tomándome en brazo y quemándome la cara...Tuve durante muchos años pesadillas con eso...

Otra de las cosas que mi madre nunca contaba, era aquella vez que cerró una cancela de hierro a mi paso, con tan mala fortuna que yo estaba agarrando el marco y me aplastó el dedo gordo de la mano izquierda, me dejó una buena cicatriz y perdí la uña que nunca se recuperó del todo, a lo largo de mi vida jamás hemos mencionado eso y me pregunto, ¿como lo recuerdo con tanto detalle incluso la cancela en la que me hice esa lesión, que he visitado de mayor cuando voy allí...

En otro capítulo he hecho referencia a esas cicatrices que tengo sobre todo en la cabeza, pequeños recuerdos de los golpes que me gané por mis travesuras, pero tengo una buena cicatriz en la rodilla derecha que me la hice solo en el jardín corriendo a gatas detrás de un gato, un trozo de vidrio se me incrusto haciendome una verdadera carnicería, pero no seria la ultima vez que lo haría...

Cuando me siento melancólico me da por recordar cosas de mi infancia, aunque no sean del todo agradable si me hacen sentir que siempre he estado muy vivo y quiero seguir estándolo si los acontecimientos no pueden conmigo...

En ese punto de mis pensamientos suena el teléfono...una voz femenina que no conozco pregunta, ¿Es usted Ángel Reyes?, le contesto que si, usted quién es ¿la conozco?...No me conoce, estoy trabajando en la carretera de prostituta y junto a mi he encontrado en la cuneta a un señor que tenía en el bolsillo una tarjeta suya, no lo veo bien, pero yo no puedo llamar a la policía porque me conocen de trabajar aquí y no quiero que me encierren o me pongan una multa, si es amigo suyo procure recogerlo o llamar a una ambulancia. Ok señorita muchas gracias, quédese junto a el hasta que yo llegue, le pagaré por lo que deje de ganar en este tiempo...

Al coger las llaves de mi coche la tiré con rabia contra el sillón, ¡maldito cabrón¡, que te jodan, ya te lo advertí y mira como has terminado de nuevo...sentí una punzada en ese alma que parece tenemos y tomando de nuevo las llaves me puse la chaqueta y me fuí a la calle...sería una larga noche...

Ángel Reyes Burgos

La casa de Bernarda Alba, Historia 11

Historia 11.- La casa de Bernarda Alba

Todos conocemos la casa de Bernarda Alba por la obra de Federico García Lorca, esta historia mía en clave de humor, se sitúa en esa España profunda, con un personaje un tanto extraño como su nombre, Armando Bronca Segura. Este hombre se encargaba de la huerta y de que no le faltara hortalizas a ese conjunto de piadosas mujeres que se reunían en la casa para rezar y si podía, meterle su hortaliza a alguna descarriada que dejaba el rosario para ir a la huerta a darse golpes de pecho, mientras con la falda levantada, Armando le daba golpes de boniato...

Nadie sabía los apellidos de Armando por qué no se conocía que tuviera padres, se lo encontraron en un pajar donde una señora fue con un mozo del pueblo a clavarse, seguramente la única aguja que había y desde entonces se quedó el dicho de encontrar una aguja en un pajar, aunque tuvo que pajear mucho esa señora para clavarse esa aguja...

Armando desde que estaba en la casa la iba armando por todos sitios, le encantaba echar a pelear a las pudorosas señoras, que si fulanita o menganita, eran mejores en la cama, en el pajar o en el cobertizo de la huerta y entre pitos y flautas se montaban buenas broncas entre las señoras.

Aunque todas esas mujeres parecían que antes de levantarse se tomaban un zumo de limón por lo agrio de su aspecto, en realidad era solo fachada por que tenían campanillas entre sus muslos que sonaban cada vez que notaban que Armando estaba pues eso, armado hasta su máxima expresión ese boniato enorme que unos momentos antes colgaba bajo sus pantalones y que ahora pugnaba por perforarlo y salir a respirar el aire y el olor de los caracolillos de pelo que adornaban las vergüenzas de las vergonzosas señoras...

En Andalucía hay un dicho que mucha gente exclama cuando alguien te molesta...vete al coño de la Bernarda, me imagino que eso es porque en esa época la casa de la Bernarda estaba retirada del pueblo y era la forma más inmediata de mandarte a hacer puñetas, pero solo era un dicho pues si todos a los que se le dice eso aquí se fueran al coño de la Bernarda, una de dos, o la pobre señora se queda siempre con las piernas abierta o se lo hace coser...

Hoy no les mando al coño de la Bernarda, solo a que se sientan felices este fin de semana...

Ángel Reyes Burgos

Conociendo el origen, Capítulo 11


 
Capítulo 11.-Conociendo el origen

El origen de la aldea, se remonta al año 1908 cuando un monje jesuita acampó en ese paraje desierto, estaba huyendo de la justicia que le había sentenciado a cadena perpetua por la violación y asesinato de cuatro niños. Fray Tomas, construyó la primera choza hecha con materiales de los alrededores, troncos y piedra caliza. Llevaba semillas que cultivó y creó el primer huerto de la montaña, su vida era solitaria y apacible, ideal para un monje que había vivido toda su vida en un monasterio en la sierra de Toledo.

El párroco de su pueblo, lo llevó al monasterio al cumplir los doce años en el que murió su madre, estaba traumatizado por la muerte de su hermana a manos de su padre después de violarla y vio como su madre, acababa con la vida de su padre cortándole el cuello con una hoz y arrojándose después ella por el desfiladero…al cumplir los veinte años, cometió la primera violación y asesinato de un niño, una noche que se escapó del monasterio sin que nadie notara su ausencia, volvió antes del amanecer y nunca se supo quien cometió esa atrocidad.

En ese mismo año, acabó con sus otras tres víctimas, lo sorprendió el padre del niño saliendo de su habitación y lo retuvo con una escopeta hasta que llagaron los alguaciles… El veredicto del jurado fue rápido y unánime, lo condenaron a cadena perpetua…

El se encargó de acortar su sentencia cuando en una cena de navidad, se ausentó del comedor fingiéndose enfermo y por un hueco en la pared de su celda, accedió a un pasillo de servicio que lo llevaba hasta las cloacas por donde salió al exterior.
Caminó durante meses vestidos con harapos y una campanilla como si fuera un leproso para que nadie se le acercara…en pocas ocasiones se le vio, nunca tomaba caminos, de noche robaba en las granjas lo suficiente para subsistir. En octubre de 1908, llegó a esa sierra del pirineos Aragonés y plantó su desquiciada mente sobre ese solitario lugar.

Fray Tomas llevaba una vida tranquila, cultivaba y cazaba su propia comida y no había nadie que lo pudiera molestar…o eso pensaba el hasta que un día…
Apareció junto a su choza una mujer que había recorrido 120km., huyendo de las palizas de su marido, estaba con las ropas desgarradas, hambrienta y en un estado lamentable, la acogió en su choza, la cuidó y alimentó, no sin antes advertirle que solo se quedaría hasta que se repusiera.

Esta mujer era Lucrecia, conocedora de la medicina natural y de las plantas medicinales, también una ferviente católica con miedo a las relaciones sexuales con el monje que la llevaría irremediablemente a la condenación de su alma. Como fue irremediable que pasando todas las noches junto a Fray Tomas, terminaran enzarzados como gatos en celo y que esas refriegas apasionadas diera lugar a un embarazo…

Los dos se horrorizaron cuando el niño nació, unos dientes desproporcionados y desarrollados como si de un adulto se tratara, la mitad derecha de la cabeza parecía haberse separado viéndosele el cráneo, el aspecto general era grotesco…

El monje no quería ni verlo y Lucrecia se encargó de cuidarlo hasta que tenía tres años, lo mantuvo escondido a los ojos de otras familias que se habían instalado cerca creando el embrión de una aldea…

Ante la insistencia de Fray Tomas que amenazaba matar al niño si no se lo llevaba de la casa, Lucrecia una noche se lo llevó al monte y los escondió en una cueva de difícil acceso, puso frente a el toda la comida que consiguió y haciéndose la señal de la cruz inversa dijo…adiós hijo de la abominación, que el infierno esté contigo…

Ángel Reyes Burgos

La confesión de Lucrecia.- Capitulo 11

La confesión de Lucrecia.- Capitulo 11

La muerte del narcotraficante y la de Vanesa, estaban estrechamente ligadas al morir los dos por los efectos de la misma sustancia como demostró la autopsia, el fiscal ya tenía los suficientes indicios para pedir al juez un registro de las mansiones de las damas y de otras propiedades. Intervinieron ordenadores, móviles y documentación para su estudio pericial. No encontraron sustancias estupefacientes ni armas en ninguna casa de las damas, excepto escopetas de repetición de cañones superpuestos que las damas utilizaban en la finca para  el tiro al plato.

En una primera inspección de todo ese material no encontraron nada sospechoso y la alegría con que se empezó este nuevo movimiento, se fue transformando primero en violentos comentarios sobre esas señoras, después en algo de decepción entre los investigadores hasta sentir cierto grado de impotencia.

En una reunión, el mismo agente que dijo anteriormente que quizás las señoras no tuvieran nada que esconder, volvió a repetir lo mismo… ¿y si estamos persiguiendo a unas personas que realmente no hicieron nada ilegal aunque las circunstancia así pueda hacerlo parecer?
El inspector jefe, volvió a dar un fuerte puñetazo en la mesa, propio de su actitud cuando está contrariado…Jodeeerrr, no quiero escuchar mas esa gilipollez, el hecho de que nosotros seamos unos incompetentes que no adelantamos nada en el caso, no quiere decir que esas damas estén limpias, ¿acaso olvidan que esas muertas de hambre de la nada se hicieron con verdaderas fortunas a costa de las muertes de sus maridos no aclaradas? Tenemos que ponernos las pilas y aclarar este caso…

Lucrecia sonreía cuando llamó a su casa la policía que le llevaba la documentación, ordenadores y efectos confiscados para la investigación por no haber en ellos nada de interés que pudieran utilizar contra la dama. En las casas de las otras señoras la misma  escena se repetía con unos policías que se alejaban moviendo la cabeza…

Esa tarde a la hora del té, solo tres mujeres subían la escalinata de la mansión de Lucrecia, parecía que nada hubiese cambiado a la hora de tomar el té, ni siquiera hablaron de la muerte de Vanesa, se diría que jamás había existido para ellas.
Eso cambió cuando las cuatro damas bajaron al sótano donde antes había una bodega de vinos y Lucrecia la transformo en una pequeña fortaleza, por dentro se había forrado con planchas de hormigón cubiertas por unas placas de plomo.

Los equipos electrónicos instalados, impedían cualquier escucha en el exterior, esa medida la tomó Lucrecia por la cercanía de la mansión de su vecino el senador.
Había una mesa larga en el centro de la estancia con una baraja de cartas y un juego de parchís, al lado un carro de bebidas y un mini bar. En el frente una gran televisión de plasma y debajo un equipo completo de reproducción de Dvd y videos antiguos de cinta.

En el lateral derecho, seis sillones ocupados por una especie de maniquís con traje de etiqueta, los rostros recubierto de cera, pero debajo estaban las cabezas autenticas de sus propietarios…
En esa estancia explicó Lucrecia a sus amigas que  la muerte de Vanesa fue decisión  suya, su gran adición a la cocaína nos estaba poniendo a todas en peligro, por eso mandé eliminar a Ramón el narcotraficante al que llamó Vanesa desde una cabina cercana a su casa para que le llevará drogas y yo no podía permitir que lo relacionaran con nosotras.

Una noche me acerqué a vuestra finca y llame al portero automático de Vanesa para que saliera diciéndole que no tenía tiempo para quedarme y cuando salió a la verja, le tendí una bolsita a la vez que la daba un beso y le decía que se cuidara…

Las tres amigas se levantaron de un salto gritándole de forma amenazadora…

Ángel Reyes Burgos