Capítulo 5.- Doloroso encuentro...


Capítulo 5.-

Doloroso encuentro.

De camino al hospital la cabeza me daba vueltas, intentaba tranquilizarme diciéndome a mí mismo que todo se solucionaria, mi amigo era un hombre joven y fuerte aún incluso con ese enorme bajón que ha dado últimamente. Intente acceder a mi banco de memoria para encontrar esos agradables momentos de nuestra infancia y sonreí de pronto al recordar el sueño de anoche y otros de los chichones que me gané, esta vez fue en el comedor de verano, un precioso sitio más parecido a un merendero con mesas y asientos de piedra entre unos arboles del jardin. La casa cuna la recuerdo como un sitio precioso y he vuelto en muchas ocasiones para recordar y sentir mi niñez.

Estaba en ese comedor de verano con un plato de remolacha que odiaba por la frecuencia con que la ponían, vacié mi plato sobre unas servilletas y me levanté para tirarla al aire sobre el jardín de al lado de la casa del cura, con tan mala suerte, que por el aire se salió toda la remolacha del papel pareciendo un festín de color rojo adornando el cielo...aún estaba absorto con el espectaculo temiendo que me hubiera visto algunas de las monjas que pululaban por el comedor dispuesta a darte un golpe con el cucharón que era su elemento preferido en el comedor para ponerle las pilas a los traviesos...el golpe no tardó en llegar sobre mi cabeza cuando aún no había notado su presencia detrás mía.
Sonreí de nuevo al pensar en eso y convencerme que desde luego tan rápidas apariciones sin que yo lo advirtiera, solo podía ser debido a esa transmutación que sufrían en cuervos...

Un hilo de sangre me corría por la cara, la monja se asustó y me tomo de la mano haciéndome correr hasta la enfermería donde me lavó la herida y me puso mercromina, yo solo pensaba en la próxima invasión de piojos para después del afeitado reglamentario, presumir de mis heridas de guerra y la larga ausencia impuesta por mí hacia la gran aventura de esconderme de las monjas para encontrarme con ese niña tan preciosa que me hacia soñar despierto...

La vista a lo lejos del hospital, me hizo volver a la dolorosa realidad del momento y toda alegría desapareció como por encanto, quise aferrarme de nuevo a los recuerdos un poco más para traer a mi memoria el día que hicimos el belén viviente, donde mi preciosa chiquilla hacía de virgen Maria y yo con una barba que me picaba horrores hacia las veces de San José. Mi vista no se apartaba de esa cara tan bonita y lloré con ella cuando muy cansada por las horas que estábamos quietos, quería salir del portal de Belén y la misma monja que me hizo la última herida, le daba solapadamente con una regla es las piernas para que no se moviera, había publico y teníamos que quedar bien...

Tampoco le quitaba la vista a mi amigo Pedro que vestido de pastorcito tomaba del lazo rojo al corderito que tenía al lado, me ponía nervioso que no le quitara el ojo a esa preciosa virgen Maria.
Cuando por fin descansamos del belén viviente, pudimos estar en el pasillo unos momentos a solas y nos cogimos de la mano, ya era una mujercita con sus cuatro años y yo la quería para mi solo, le prometí que cuando fuéramos mayores me casaría con ella, la mala fortuna quiso que u pajarraco se presentara de improviso para separarnos las manos y darnos dos buenos coscorrones, me partió el alma ver como lloraba sin que pudiera hacer nada. 

Empecé a odiar a ese cuervo y me vengue de ella cuando en una excursión en autobús, me puse sigilosamente detrás de ella y de un tirón le arranque la toca, esas que llevaban antes que parecían dos alas para volar, dos alas blancas que disimulaban la negrura de sus verdaderas alas...los gritos de alegría de los niños me sorprendieron y confundieron al ver ese pelo corto de la monja pegado por el sudor del verano, me recordó a una rata mojada y empecé a reírme. La monja empezó a llorar seguramente humillada, pero tomó el relevo del castigo otra monja que desde atrás me propino tal guantazo que me tiró al suelo...yo seguía riéndome...

No me habia dado cuenta que absorto en mis pensamientos, estaba en la misma puerta del hospital
y toda sonrisa de mis últimos recuerdos desaparecieron de pronto, aunque estaba impaciente de ver a Pedro y saber como estaba, tomé el pasillo hacia los ascensores e intentaba tranquilizarme convenciéndome que no sería tan grave...me paró la asistenta de Cáritas que me acercó hasta un cristal de la unidad de cuidados intensivos, la impresión que me lleve se quedaría por mucho tiempo grabada en mi retina...

Historia 5.- El hombre de las rosas...

Historia 5.- El hombre de las rosas.


Ágata movía lentamente el café absorta en los remolinos que producía con la cucharilla, parecía ajena a todo pero sus pensamientos no dejaban de dar vuelta alrededor del apuesto barón que unos minutos antes se había sentado en el velador cercano de la terraza de la cafetería el paraíso...
El hombre vestía elegantemente y por su porte y forma de sentarse, parecía estar acostumbrado a moverse en habientes de la alta sociedad. Sabía que no se equivocaba cuando un chófer uniformado se acercó desde una limusina aparcada enfrente para entregarle una rosa roja.

Ella era asesora y socia de un gran bufete de abogados y estaba vestida con un traje de chaqueta y falda que le daba un aspecto de tiburón de los negocios, sus grandes ojos negros se iluminaban con el brillo de la inteligencia y eso a muchos hombres suele acobardarlos, pero no a Diógenes, marqués de la cañada y conde de las sierpes, que a sus cuarenta años, conocía las montañas más alta de la sociedad y las más sórdidas...

El marqués con la rosa en la mano, parecía titubear mientras miraba a la dama a hurtadillas y por fin se decidió y se levantó dirigiéndose a la mesa de Ágata. 
Disculpe señorita, no he podido evitar reunir a dos bellezas de la naturaleza y entregándole la rosa, hizo gesto de volver a su mesa, ella le pidió que se sentará un momento pues tenía que ir al juzgado más tarde y tenía tiempo para dedicarle a ese apuesto y amable caballero.
Con mucho gusto y tendiéndole la mano se presentó, me llamo Diógenes, encantada,  yo soy Ágata, pero en lo de señorita anda algo errado, soy casada y tengo dos preciosos hijos...

Eso no mermó la decisión del hombre que con una gran sonrisa le dijo, el casamiento tiene una solución. Ella coreo con su sonrisa lo que parecía ser solo una broma, aunque le recorrió un escalofrío por la espalda.

Mantuvieron durante quince minutos una amena conversación que en el fondo preocupaba a Ágata, pues ese hombre cada vez le parecía más fascinante y eso entrañaba cierto peligro para una mujer que jamás había puesto los ojos en un hombre que no fuera su marido.
Cuando iban a despedirse, él le habló de un precioso jardín japonés que se hizo construir recientemente en la mansión y que le encantaría algún día enseñárselo y ella dijo que algún día lo conocería.

Durante tres semanas se llamaron casi a diario para saludarse y algo iba creciendo en el interior de Ágata, aunque se resistía a aceptar sus invitaciones para salir a cenar. La noche que por fin salió con el, le pareció un sueño, había hecho instalar en el jardín japonés de su mansión, una mesa con preciosas rosas rojas y una gran fuente con langostas y mariscos variados y ya que se había decidido, no pensaba desaprovechar la noche...amaneció desnuda en los brazos de Diógenes con sentimiento de culpa, que acalló haciendo el amor en la gran bañera que había junto al dormitorio...  

Ágata sabia que se estaba enamorando locamente y eso le preocupaba, pero más le preocupaba, el que el jamás hablaba de su vida privada y le dejaba la sensación de que algo le ocultaba. Decidió hablar con un fotógrafo dedicado a levantar infidelidades para que lo siguiera, se llevó una gran sorpresa cuando al cabo de un mes el fotógrafo la visito llevándole cinco fotografías, una que se había tomado automáticamente de la cámara que instaló en su dormitorio y cuatro más que encontró en sus cajones...en las cinco aparecía una mujer desnuda y atada a la misma cama que ella reconocía y entre sus labios sujetaban una rosa roja...

La rabia y el dolor se mezclaban a partes iguales por que ella le había hablado a su marido de su amante y le pidió el divorcio y se dio cuenta que había arruinado su matrimonio por un miserable...

Con la mente fría, una noche en el dormitorio después de hacer los preparativos necesarios, Ágata le dijo que quería jugar a algo más atrevido y le pidió que se desnudara, lo amarró a la cama por las manos y las piernas y le vendó los ojos...disolvió varios somníferos en vino y se lo dio a beber, cuando estaba dormido le puso una rosa entre los labios y con hilo de pesca le cosió la boca a la rosa y se sentó a esperar que despertara...con los labios hinchados por la gran aguja que había utilizado y el grueso sedal, tenía un aspecto repugnante...

Empezó a notar el movimiento del cuerpo al despertarse y su agitación al sentir el dolor, le quitó la venda de los ojos y pudo ver frente a él las fotos de cinco mujeres desnudas atada a la cama con una rosa y varios recortes de prensa informando de la desaparición de esas mismas mujeres.
Diógenes se sentía horrorizado al entender lo que estaba pasando...ella le preguntó señalando a las fotos, ¿me quieres explicar que es esto?...ummm, ummm, ya se, pobre hombre, no puede hablar...

Tomó del botiquín una botella de alcohol y se lo hecho por la boca...esto es para que no se te infecte...
Diógenes se retorcía del dolor en la cama y la miraba como si contemplara al mismo diablo... Tomó el teléfono y llamó a un amigo de la brigada de homicidios para contarle donde estaba ese asesino pidiéndole no la involucrara en la investigación...


Ágata se marchó a su casa y se metió en la bañera para limpiarse toda la suciedad que sentía en el cuerpo y en el alma y después se acurrucó junto a su marido diciéndole que si le daba el divorcio lo mataba, el sonrió y le dio un apasionado beso y firmaron las paces hasta el amanecer...

Ángel Reyes Burgos

Capítulo 5.-Cazador cazado


Capítulo 5.-Cazador cazado

En la mañana me despertó el ruido que los perros hacían comiendo y gruñéndose mientras despachaban los pequeños cuerpos de las crías del jabalí  que mataron en la noche, ya habían acabado con tres y al lanzarse sobre otro les di un grito, quietos…
No hicieron caso y mi maza voló hasta el costado del macho que con un aullido de dolor, se postró en el suelo con mirada amenazadora, en mis planes del día no figuraba la caza y quería tener esas reservas de alimento…
Después de saciar nuestra sed en el arroyo, nos pusimos en marcha hacia la otra cueva donde tuvimos el encuentro con los hombres, mi plan se iba a poner en marcha por que no podía dejar con vida a ese hombre que me había amenazado de muerte…

Al llegar a la cueva, comprobé la trampa que en forma de un gran agujero cavado en el suelo y unos palos con puntas clavado en el fondo, nos habían proporcionado más de una suculenta comida de los incautos animales que pisaban sobre los ramajes que la cubrían, sin saber que allí encontrarían la muerte.
Las ramas habían cedido y al acércame oí los lamentos de un hombre que pedía auxilio,
Oiga... ¿Quién está ahí? Sáquenme por favor…al acercarme al borde el hombre palideció… Tuuu, asesino, te mataré hijo de perra…mis risas sonaron como truenos en la tormenta...
Agachándome sobre el agujero, le aseste un golpe seco con mi maza que lo dejo sin sentido, aunque sé que no tendría muchas oportunidades de salir de allí con uno de los muslos atravesándole de parte a parte…

Me acerqué a la cueva a recoger el cráneo de la niña cubierto en parte por restos de piel y pelos ensangrentado y sus enormes ojos azules mirando al infinito…lo llevé donde estaba el hombre y lo clavé sobre una de las picas cercanas a él, me senté en el borde a esperar que se despertara de la anestesia que le había producido mi certero golpe, quería contemplar su cara y no me defraudó.

Al abrir sus ojos, contempló a menos de medio metro y a la altura de su frente, el cráneo de la niña con los ojos que parecían mirarle y un grito atenazo su garganta sin que lo pudiera escuchar, o quizás yo no lo escuché porque mis carcajadas superaban al sonido de su terror…el hombre miraba a la niña y a mi alternativamente como si no creyera lo que estaba viendo, la cabeza de su hija clavada en una estaca y el monstruoso asesino disfrutando y riéndose, pondría todo su empeño en salir de ese agujero y despellejar vivo a ese hijo de puta que se había ensañado de forma tan cruel con su hija…

La noche se acercaba como una maldición que mermaba las esperanzas del hombre de salir de allí y el verdugo de su hija cubría la visión del cielo con ramas y troncos más gruesos. La pierna le dolía y se sintió desvanecer a la vez que se escuchaban los ladridos de los perros cada vez más lejos…antes de perder el conocimiento sonrió, tenias que haberme matado bastardo.

Estuvo inconsciente más de tres horas y al despertar, se renovaron sus esperanzas y su determinación de salir de allí para dar caza a esos tres engendros vomitados desde las entrañas de algún demonio. Agarrado a una pica consiguió desclavarse y subir por otra hasta el borde, el ver las estrellas, le confirió fuerzas para salir con solo un objetivo, despellejar vivo a ese bastardo aunque fuera lo último que hiciera en esta vida...

Ángel Reyes Burgos

Berta, la dama de azul. Sus dos bodas. Capitulo 5...

Berta, la dama de azul. Sus dos bodas. Capitulo 5.

Las amigas le llamaban la bomba y es que ella era una verdadera bomba, una guitarra española con generosos bustos y muslos, como gustaban a los hombres de aquella época y todas las épocas en que a los hombres le gustaban de verdad las deliciosas mujeres…

A veces en el internado, las demás amigas sentían celos si ella estaba con otra del grupo sin ser invitadas y eso en la actualidad no había cambiado cercana ya a sus cincuenta años. También la más apasionada de todas sin importarle la carne o el pescado, disfrutaba tanto con hombres como con sus amigas, ninguna de ellas tuvo jamás relaciones sexuales con otras mujeres, eso lo reservaban únicamente para el grupo después de tomar el té.

Por su gran apetito sexual, ella no quería casarse con un hombre mayor, aunque sabía que no le duraría mucho ese semental heredero de la familia Osborne, deseaba exprimirlo hasta el último día que cantara la Traviata con el en la cama.
Se sentía enamorada cuando se casó con Bertín, un mozo alto y atlético y curtido por el sol de Andalucía. Su padre por enfermedad, legó a su hijo en vida la mitad de sus posesiones, mataderos, una flota de camiones y grandes supermercados y centros comerciales repartidos por varios países.

Berta era muy celosa y sanguínea y no podía ver como su recién estrenado marido, seguía coqueteando con todas las que se ponían a tiro y se las tiraba…consiguió fotografías comprometedoras de el para chantajearlo pidiéndole el divorcio pero él no lo aceptaba, era la única dama que quería hacer las cosas legalmente…

Como venganza, Berta se lió con su profesor de tenis que le enseñaba los toques del derecho y del revés y eso le encantaba. Le comentó a Lucrecia lo de la petición de divorcio a su marido y ella contesto…nooo, vete de aquí y resuélvelo cuanto antes.

En una de las fincas donde criaban vacas, había una gran zanja abierta con animales dentro en cal viva, muertos por la epidemia del mal de las vacas locas Bertín estaba mirando y lamentando ese espectáculo, ensimismado en sus pensamientos, no prestó atención al todo terreno de Berta que se acerco y lo echó dentro de la zanja, tomó una manguera con un rociador de productos tóxicos y lo vertió sobre el, en dos minutos Bertín moría con los ojos quemándole y mirando a Berta como si hubiera visto un fantasma…por un camino secundario que deba a la finca, su profesor de tenis miraba.
Tomó con la carretilla basculante una gran cantidad de cal y el hombre desapareció por motivos de viaje inesperado permanentemente.

La Interpol aún lo está buscando, ella declaró que su marido había salido de viaje sin decirle donde y su coche jamás había aparecido…

Su profesor de tenis no sabía donde se metía cuando intentó chantajear a Berta por que la vio empujar con su coche al marido en la zanja y sabia donde estaba el, podía decírselo a la policía y se quedaría para siempre en la cárcel.

Quedó con él un domingo a las tres de la tarde para darle el dinero del chantaje…fue a las dos de la tarde que solo estaba el encargado en los corrales de los cerdos donde hay al lado un procesador de carne con una tolva y un triturador y le dio libre toda la tarde.
Cuando llegó su chantajista, le pregunto, ¿tienes el dinero? Y ella sin decir palabra, abrió su cartera supuesta-mente  para dárselo y sacó una pistola y le disparó directamente a la cabeza, lo izó con la carretilla elevadora hasta la boca de la trituradora y la puso en marcha, cuando salió por la otra parte convertido en carne de hamburguesas, se la echó a los cerdos y disfrutó un rato mirando como comían…solo pensó, ¡Maldito cabrón, me has dejado con la entrepierna en cuarentena¡ sonrió por su propia ocurrencia.

Berta no era mujer de cuarentenas prolongadas y esa misma noche llamó a la casa de Rosario, al amanecer había olvidado a su apuesto marido y a su profesor de tenis…

Álvaro era propietario de fábricas de quesos en Burgos, la leche procedía de su propio ganado, vacas y ovejas que se criaban en dos fincas de su propiedad en la sierra. No tenía familia pero si una afección coronaria grave que le obligaba a llevar marca-pasos, a sus setenta y ocho años. Conocía a Berta hacia ocho meses y desde entonces quería cambiar los quesos por la carne fresca de la muchacha. Cuando ella se quedó viuda le hablo claro…

Berta, soy un hombre mayor, ya me ves y además muy enfermo, quiero terminar mis días contigo y como no tengo descendientes, te lo dejaré todo a cambio de que te cases conmigo. Voy a durar poco y necesito terminar mis días acompañado…no te pido que me quieras, solo necesito tu compañía…eso le decía mientras pensaba en Berta la primera noche de boda en su cama ordeñándola con su desdentada boca…ella dijo que si quiero…a su pequeña fortuna.

Fue el marido que menos duró, apenas unos minutos, no se fiaba de las intenciones del viejo y contrató al fantasma que le hacia los trabajos sucios a Lucrecia.
El liquidador, se apostó en un lateral de la iglesia al lado de una columna a salvo de miradas y cuando el viejo dijo si quiero y se dieron un beso, acciono un disparador de microondas de su bolsillo dirigido hacia Álvaro, echándose las manos al pecho con muestra de dolor, cayó fulminado al suelo…el veredicto fue fallo del marca pasos y la compañía fabricante los sustituyó todos del mercado. Aparte de la fortuna del viejo, cobró del seguro 750.000 euros…

Las damas tenían suficiente dinero para tomarse unas largas vacaciones y dedicarse a tomar el té.

El éxito de la operación de estas damas se debía a Lucrecia, jamás sustituyeron o cambiaron  a los directores de las diferentes sucursales o casas matrices de las empresas. El presidente del consejo de administración y altos ejecutivos seguían en sus puestos, de esa forma se evitaban problemas con esos tiburones y ellas se limitaban a cobrar cada año las pequeñas fortunas que sus diferentes empresas generaban…

El jefe de la brigada criminal, contemplaba el expediente de Lucrecia y cuatro damas asociadas a ella, había pasado diez años desde que por primera vez abrió ese expediente sin ningún resultado, estaba por decidir que todas esas muertes relacionadas con ellas, quizás fueran de verdad fortuitas, pero su sexto sentido le decía que era muy improbable eso...Decidió ir al siguiente día a visitar a todas las damas...

Ángel Reyes Burgos