Las mujeres y la cocaína... Historia 6.

 Historia 6.- Las mujeres y la cocaína...
Rebeca fue a primera hora de la mañana a la oficina constructora propiedad de su marido para hablar con él, no había dormido en su casa ni había llamado y se sentía preocupada.
Le atendió Alejandra, una secretaria sin estudios ni conocimientos para estar atendiendo un despacho que requería de conocimientos técnicos e interpretación de planos para asesorar a los clientes.

Es la primera vez que veía a Alejandra que miraba la pantalla de un ordenador con unos planos que a juzgar por la expresión de su rostro, pareciera se había perdido por el laberinto de su blusa estampada.
Buenos días, ¿está don Emilio? ¿De parte de quien por favor?, soy su mujer...
Alejandra titubeo y en su rostro quedaba patente un gesto de contrariedad, un momento por favor, se dirigió a uno de los despacho y sin llamar entró...
Dándole un beso en la boca después de cerrar la puerta del despacho, le dijo que estaba allí su mujer, don Emilio se puso blanco, hizo amago de dirigirse a la puerta trasera para salir y ella le dijo que no, que tenía que afrontar la situación y le dijera que era su amante...

Le dio una fuerte bofetada diciéndole, tu estás loca puta de mierda, no olvides que estás aquí sin hacer nada porque me sale más barato que ir cada noche a la güisquería para verte y pagar por tu salida... con lagrimas en los ojos se encaminó a la puerta trasera del despacho y se marchó del edificio.
Emilio salió del despacho para ver a su mujer a la que calmó con mentiras de haber estado trabajando toda la noche para terminar un presupuesto que tenía que entregar.

Salieron a tomar café y ella le preguntó al marido que quien era la nueva secretaria que le había atendido y que no volvió a ver, le contestó que solo estaba de prueba. Estando sentado en la terraza de la cafetería, Rebeca hizo señas al marido en dirección a la acera de enfrente... ¿no es esa tu secretaria?...si es ella.
¿Y por qué va a entrar en ese club de putas?...no tengo ni idea ni me interesa...la despediré.

Rebeca ya más tranquila se despidió del marido y se fue a su casa, en cuanto se marchó, el se dirigió a la güisquería y se fue directamente hacia donde ella alternaba con un cliente en la barra, la tomó del brazo y tiró fuertemente de Alejandra, ven aquí puta...el cliente intentó separarla de él y sin mediar palabra lo tumbó de un puñetazo...tu no te metas y lárgate de aquí si no quieres más. La bajó al sótano y con una señal a una de las mujeres tocándose la nariz, le acercaron una bandeja de plata con cocaína...le dio a esnifar antes a ella una buena raya y se sirvió el otra, a la segunda raya estaban abrazados y parecían la pareja mas enamorada de la tierra, cuando se terminó le dijo, tú tienes tu trabajo de secretaria conmigo y no quiero verte aquí más.

El vicio de los dos, estaba mermando la capacidad de la empresa y cada vez se encontraban con más problemas económicos y menos trabajo. Frecuentaban el antro donde le proporcionaban la cocaína y eso hacía que sintiera continuos celos por los antiguos clientes de ella que no dejaban de agasajarla y ella disfrutaba con ese juego haciéndole sentir cada vez mas deprimido...

Habían cogido un apartamento junto y el cada vez iba menos a su casa, a su mujer la tuvieron que ingresar quince días por trastornos nerviosos y las cosas se pusieron aún peor para él cuando su amante murió de una sobredosis, para empeorar su vida, hacienda lo embargó...

Emilio llegó un día a su casa como un gato escaldado y con lagrimas en los ojos le pidió perdón a la mujer que ya sabía todo el asunto por mediación de un empleado de la constructora...
Ella no quiso escucharlo y le pidió la separación diciéndole que no podía volver a vivir bajo el mismo techo que él, el daño que le había hecho era irreparable...él le dijo que si le pedía eso se suicidaría y Rebeca encogiéndose de hombros se metió en su cuarto.

Vivían en una casa de dos plantas y al escuchar un fuerte ruido desde su dormitorio, salió al pasillo de la planta superior y don Emilio colgaba del cuello de la lámpara central, se sentó en una silla mientras lo miraba patalear hasta quedar sin vida mientras el, con los ojos muy abiertos moría mientras miraba la frialdad de su mujer...

Esta historia es absolutamente cierta y conocí a los protagonistas...solo he cambiado los nombres.

Ángel Reyes Burgos

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