El asesino. Historia 9.

Historia 9.- El asesino.


Las miradas de Evaristo y Lucinda se cruzaron por azar en la mesa de la ruleta donde ambos jugaban en el casino de Benidorm, ella evidentemente por su atuendo y sus joyas parecía tener mucho dinero y eso al hombre le hizo sonar una alegre campana en la cabeza, enseguida pensó en la forma de abordarla elegantemente sin despertar las sospechas de su avaricia.

Lucinda intentaba catalogarlo sin atreverse a darse una opinión definitiva, aunque a simple vista parecía estar fuera de lugar, con ese traje mediocre y sus modales forzados para intentar dar la mejor apariencia de si mismo, pero a los ojos de esa experimentada mujer, no se le escapaba que detrás de ese hombre solo había fachada, aunque tuvo que reconocer lo apuesto y varonil de su figura...decididamente pensó, no desaprovecharé la oportunidad si se me presenta...

A Evaristo no le quedaba más dinero para jugar y antes de marcharse se acercó hasta Lucinda y le entregó su tarjeta diciéndole, espero tener la oportunidad de volverte a ver. Ella le sonrió y le dijo que lo llamaría durante la semana próxima.
El hombre no dejaba de pensar en la mejor estratagema para conquistar a esa mujer de tan altos vuelos para su maltrecha economía, pero no era la primera vez que enfrentaba ese reto y salía victorioso con las joyas y el dinero de otras damas, podía tener mucho dinero si su afición a los casinos lo hubiera abandonado hace años...

El jueves recibió la esperada llamada telefónica de ella invitándolo a cenar, no quería poner en un aprieto a Evaristo si este se encontraba sin dinero y eso es lo que a ella le sobraba. El aceptó enseguida y dijo que la próxima invitaba él. A las nueve se encontraron en la puerta del restaurante y un abrazo mutuo y espontaneo surgió entre los dos como si se conocieran de siempre. Pensó enseguida que las cosas iban a ser más fácil de lo que él creía...

Los dos se llevaron una buena impresión de esa cena, la conversación de él era muy amena y sonreía con facilidad haciéndole sonreír a ella con sus ocurrencia, la estaba ganando y eso a ella no se le escapaba, pero menos a el que daba la cena como un triunfo y no la iba a desperdiciar.

Al terminar la cena él se lo dijo sin rodeos, Lucinda, ha sido una cena maravillosa y tu compañía deliciosa y quisiera que termináramos la noche juntos...ella no se iba a andar con remilgos y desaprovechar lo que prometía una perfecta noche en sus brazos, salieron del restaurante y se dirigieron a las afueras a la casa de campo de Lucinda en un porches rojo descapotable, hasta llegar a una especie de palacete estilo árabe con un gran estanque central donde una fuente lucia impresionante...Le abrió la puerta del coche y mirando alrededor solo dijo, ¡valla¡ ella sonrió.

La noche se convirtió en días y los días en meses y parecían vivir una luna de miel permanente. Evaristo le pidió que se casaran y ella le dijo que más adelante que prefería conocerlo mejor como persona, el empezó a impacientarse pero sin dar signo de esa impaciencia, en otra ocasión que se lo negó el dijo, como tú quieras corazón, me basta con estar a tu lado...

Eso hizo bajar las defensas de Lucinda y decirle, de acuerdo nos casaremos, pero antes tengo que arreglar algunas cosas con mi abogado...

Lucinda fue a hablar con su abogado y darle los datos de Evaristo para que investigaran sus antecedentes encontrando que en la ficha policial aparecía como sospechoso de dos desapariciones, pero que se cerró el caso por falta de pruebas. A ella no le preocupó demasiado por qué no lo habían juzgado y podía ser solo una coincidencia esas desapariciones, tenía la impresión que su pareja era incapaz de hacer algo así.

En el cajón de su dormitorio, Evaristo guardaba una pistola que en su momento le dijo era para defenderse en caso de atracos, pues a veces transportaba mucho dinero en su maletín, de pagos de la empresa de servicios donde trabajaba de contable.

El abogado le pidió a Lucinda, que antes de casarse le permitiera mandar a su casa a un detective privado para colocar micros como medida de precaución para escuchar posible conversaciones que reportaran algún peligro para ella, en principio se negó, pero dado el historial de la policía aceptó.

En una de las cintas, el detective escuchó una conversación en la que se oía decir a Evaristo... Mañana es el día, la voy a llevar a la casa de campo, tu ten abierto el agujero donde te dije... El detective fue inmediatamente a casa de Lucinda y le pidió la pistola del hombre, le dijo que se la devolvería antes de que llegara Evaristo...

Por la mañana la voz de Evaristo parecía imperiosa, Lucinda, baja enseguida que nos vamos... Salieron de la casa y se encaminaron a la casa de campo, en su chaqueta llevaba la pistola y una decisión tomada.

Cuando llegaron le pidió que se dirigiera hacia los pinares para que viera una cosa interesante... Párate en ese hoyo que quiero veas algo, ella bajó y el la siguió hasta el agujero, se paró y preguntó, ¿Quién hizo esto y qué interés tiene?, al levantar la vista vio a Evaristo con su pistola en la mano...

¿Pero qué haces?, le respondió el eco de un disparo y cerró los ojos, al abrirlos Evaristo estaba tendido en el suelo con la cara destrozada en un charco de sangre...la pistola estaba manipulada y la parte de atrás saltó hecha pedazos incrustándose en el rostro y el cráneo...

Lucinda accionó el interruptor de la luz de su coche y se marchó, alguien se acercó a terminar su trabajo, echando a Evaristo a la fosa para después taparla...

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