Cruel venganza...Capítulo 6.

Capítulo 6.-Cruel venganza

Se alejó todo lo que pudo de ese maldito lugar con su muslo sangrándole de forma alarmante, se limpió y colocó un emplaste que hizo con hojas medicinales, rasgo su camisa y con unas tiras se hizo un vendaje y se echó a dormitar un rato, la fiebre y las pesadillas no lo dejaron pero aún así, al amanecer se sintió mejor y descansado.
Se dirigió a la aldea en busca de provisiones para volver al monte el tiempo necesario para cumplir su venganza…

En la cueva, el salvaje miraba con curiosidad el hinchado vientre de la hembra, lo había contemplado en los lobos y en otros animales que había visto parir y se preguntaba…
¿Cómo será lo que tenga dentro?...se le pasó la idea por la mente de abrirla para saciar su curiosidad  y después coserla de nuevo para que no muriera, pero lo dejo pasar por que no estaba seguro si moriría desangrada…lo pensaré mejor…

Llamó  a los perros, vamos, hoy tenemos comida fresca, se encaminaron al pozo donde dejaron al hombre cubierto y empalado y estampo con toda su furia la maza sobre un palo en el borde, al comprobar que el hombre no estaba en su interior, los perros miraron asustados al ver la cara desencajada de su amo, busquemos el rastro, hay que encontrarlo…
El fino olfato de los perros lo llevó hasta una mancha de sangre donde el hombre se había curado las heridas, desde ese punto tomaron el rastro del hombre hasta que lo divisaron muy a lo lejos y de un bastonazo en los lomos de los animales, acabó con los incipientes ladridos  que surgían de su garganta…silencio…

Lo siguieron a cierta distancia, la dirección que llevaba, iba camino de la aldea, ellos seguirían sus pasos.
Se apostaron en lo alto de un cerro bajo desde donde se veían la chozas, vieron al hombre entrar en una, esperaron y al cabo de una hora el hombre aparecía de nuevo con una gran escopeta y un cuchillo de caza en el cinto, portaba a la espalda una mochila que debían ser alimentos. En la puerta estaba la mujer que se veía preñada y con gestos de querer retener a su marido, no escuché lo que decía, pero lo agarraba y tiraba de el hacia dentro. Pero ese hombre solo tenía una idea fija en la cabeza y nadie le haría cambiar…

Las chozas estaban muy separadas unas de otras porque cada familia tiene un huerto para cultivar alimentos y unos corrales donde crían sus animales, en el centro de la aldea, hay un recinto casi circular donde se reúnen para intercambiar sus productos, solo una vez al mes, una carreta se acerca desde el pueblo más cercano a suministrarles artículos que no tienen y alguna carta…

Eso me daba la ventaja de poder acercarme a una choza sin que me vean y yo ya sabía dónde tenía que ir…llegue a la misma puerta de donde salió el hombre y de una patada la abrí, sin darle tiempo a reaccionar sujete a la mujer con fuerza por la garganta y la tendí sobre la mesa, la golpee fuertemente en la boca con mi maza y sus dientes volaron envueltos en sangre, ya dominada la amarre pos los miembros a las patas de la mesa mientras farfullaba…por favor no me haga daño, estoy embarazada…
La visión en la mañana de mi perra preñada, me dio una idea…veamos que tienes dentro…tomé un gran cuchillo de cocina y me dispuse a saciar mi curiosidad…

Ángel Reyes Burgos

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